La peste de la soledad
Un silencio de
profunda desolación
le recorre todos
los huesos,
el alma y la
sangre.
El invasor, la
tomó por sorpresa.
A dentro de su cuerpo
Le doblega la
esperanza
Mientras tras las
llamas de un
devastador
incendio
que le sube de la
cabeza a los pies
Observa la vida
que fue;
Cuando en los
carnavales bailaba
En las navidades
cantaba
Y los cumpleaños donde
reía a carcajada
Pensó muchas
veces su muerte
Se creía capaz…
Se dio cuenta,
que peor que apagar algún día
era la soledad de
esa habitación fría y vacía.
Y sintió pena y
compasión por el sujeto
Que agonizaba en
ese cuarto
Cayendo tarde en
la cuenta
Que no era otro
más que ella.
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