Apatía y Educación Prospectiva.
La educación prospectiva se genera desde el vínculo prospectivo. Quiero
aclarar esto. La educación es un hecho que existe desde el momento en el que dos
o más personas en inequidad de conocimientos y capacidades establecen lazos
comunicativos, con la finalidad de lograr la evolución de sujetos sociales,
entendiendo por evolución la posibilidad de favorecer sus condiciones frente a
realidades de conocimiento.
Es entonces que la educación puede existir en contextos formales como en contextos no formales y es la calidad de los vínculos lo que establece la progresión.
La educación puede no ser prospectiva, cuando reúne las siguientes
características:
Educación mecánica:
Esto sucede cuando no hay revisión de lo que se enseña y no se somete a las estrategias, los contenidos, ni los métodos a evaluaciones constantes sobre la utilidad de los aprendizajes. Todo se convierte una maquinaria que genera comportamientos autómatas, protocolares. Los estudiantes son como monjes incapaces de cuestionar la ciencia, el conocimiento y las normas intencionadas. Una educación mecánica genera sujetos efectivos para el universo de las grandes corporaciones que necesitan autómatas que generen bienes calculados en valor económico.
Educación conveniente:
Este tipo de educación sucede cuando las instituciones que ofrecen una formación adaptan toda norma universal para crear un currículo único pensado para favorecer las condiciones primarias de los educadores. No hay mayores objetivos que sostener una fuente de trabajo y hacer más cómoda la labor de sus docentes, orientando todo el recorrido institucional a condiciones convenientes desde el punto de vista personal y no educativo. Este tipo de educación saca del foco al sujeto que aprende. No es capaz de generar mecanismos de encuentro, de fortalecimiento del vínculo con los estudiantes. Es un totalitarismo que genera una deserción descontrolada. Pero no una deserción física; llevan los cuerpos a la escuela, pero no acompañan procesos de formación. Es una deserción desde la apatía.
Educación por inercias:
También puede suceder que las escuelas canten teorías modernas, pero de puerta a dentro, no puedan erradicar la tradición y el conductismo. Si bien se puede parecer a la mecánica, esta es incapaz de incorporar modificaciones a sus rígidas estructuras y permanecen por décadas en estados inertes. Son los contextos menos propicios para educar a las personas para la vida contemporánea. Como especie monasterios conservan viejos hábitos y costumbres y como éstas, les ocasionan algunos esporádicos éxitos, las preservan.
En contexto de crisis, son las que más sufrieron el aislamiento social generado
por la pandemia.
No supieron como resolver el conflicto de sostener un vínculo que no era cara a cara.
Educación Política:
Este tipo de educación es la que está a la vanguardia de las resoluciones
ministeriales. El estado que genera una educación pública y gratuita, no lo es
tan así. Tiene un precio, y se paga. Los que más lo pagan son los sectores más
desprovistos de mecanismos de autonomía institucional.
Las entidades del estado seleccionan contenidos, eligen estrategias,
deciden las políticas educativas, generan idiosincrasia y ponen a todo el
sistema educativo a trabajar en una gran maquinaria de formación de pensamientos
direccionados.
Los docentes, quienes tienen que ser sus empleados obedientes, son los
encargados de infundir las condiciones propicias para que los ciudadanos se
conviertan en patriotas responsables y potenciales votantes que siempre
desarrollarán una mentalidad bipolar.
Tal vez, la más nocivas de las educaciones, por su alto poder de
manipulación.
Si tenemos que analizar, qué sucedió con estas educaciones en este momento
de la historia, donde existe un traslado de escenarios de aprendizajes, podremos
encontrar las anomalías y los defectos de todas ellas.
Todas ellas descuidan el vínculo. Por eso, surge, la principal causa de la
deserción o la desconexión de los estudiantes del sistema; la apatía.
No es una apatía nacida de la nada, generada sólo por la pandemia. Ésta ya
existía, se vio potenciada por la crisis. Es una crisis de vínculos.
La conexión y el dispositivo es el sumativo, no es lo esencial en la ruptura
del vínculo. Tanto el sujeto que aprende como el que educa, no saben cómo
solucionar la ausencia de un condicionante ancestral; el contacto presencial,
en un espacio y un tiempo físico, biológico, compartido.
Una educación prospectiva es la panacea, en estos tiempos y todos
los que vengan.
Ahora trataré explicar de modo muy acotado qué es.
La educación sucede por vínculos humanos, no por mecanismos rígidos establecidos
por pedagogías caducas o de recetarios estandarizados. Esto quiere decir, que ese
vínculo tiene sujetos psicoemocionales que están atravesando una era histórica,
por lo tanto, no se parece en nada al que conocíamos. Una educación prospectiva
concibe a los sujetos de aprendizaje como seres humanos dentro de una historia
que los configura en lo emotivo, lo cultural y lo sincrónico.
Pero no es un sujeto histórico por la pandemia, lo será siempre. Es por eso
que una educación prospectiva se encuentra en permanente estudio del sujeto y
hace en conocimiento a esto, todo lo que tiene a su alcance por lograr un vínculo
prospectivo.
No hay vínculo prospectivo, sin afectividad, sin sentimientos humanos, sin
sensibilidad, sin hechos que ocasionen en el vínculo, un compromiso humano.
La educación de hoy no sale al rescate de ese vínculo, por eso los fenómenos
psicoperceptivos de los sujetos de aprendizaje, potencian, agigantan y fomentan
una gran apatía, que mientras no se advierta y atienda a este fenómeno, será
mayor.
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