El Secreto de los Flamencos.
Título: El secreto de los Flamencos.
Autor: Federico Andahazi.
Año de publicación: 2002
Año de publicación: 2002
Editorial: Planeta.
Temas principales: El secreto y la
traición. La revelación del secreto. La obsesión por la perfección. La traición.
Temas secundarios: La pintura de inicios
renacentista. La alquimia. El misterio. El transformismo.
Cantidad de Páginas:
Reseña:
Los hechos suceden mayormente en
Florencia y Brujas durante principios del renacimiento y la revolución por el
arte pictórico de la época. Los acontecimientos ocurren entre los maestros y
discípulos de dos escuelas de la época; la Florentina, que manejaba el arte matemático
de la perspectiva y los flamencos, quienes dominaban el secreto del color.
Francesco Monterga frente al entierro
del mejor de sus discípulos, Pietro de la Chiesa se acongoja, llora y recuerda
cuando se lo dieron en adopción y desde pequeño lo crio y acompañó en el arte
de pintar siendo un excelso maestro Florentino.
La dudosa manera en la que lo
encontraron asesinado despertó en los pueblerinos, el deseo de venganza y la
búsqueda denodada del verdugo de quien hasta ese entonces nada se sabía. Luego
la sospecha sobre un viejo ermitaño fabricante de colores que le vendía a
Monterga, y sus nada ortodoxos métodos, fue ajusticiado en una ejecución
pública, sin juicio por los lugareños, creyéndolo el asesino.
En la casa de Francesco hospeda a
otros discípulos a quienes le enseñaba el arte y sus secretos dones para formar
los colores.
Mientras él pasaba los días obstinado
en la biblioteca leyendo un escrito de San Agustín, donde se encontraba una fórmula
secreta, encriptada, para alcanzar el “color en estado puro” al parecer el anhelo efusivo más grande de dos escuelas de pintura.
La florentina, representada por
Francesco Monterga y la Flamenca, por el Greg Van Mander y su hermano. El odio
que se tenían ambos, estaba fundado en una profunda competencia por la
perfección y el objetivo de encontrar el color de todas las cosas en su máxima
realidad. Ambos, se debatían, se estudiaban y hasta se espiaban. Pues ninguno
de los dos alcanzaba a encontrar primero lo tan anhelado.
Un discípulo de Van Mander, con
propósito de robar el secreto a Monterga de su biblioteca, se hace pasar por
expulsado de la escuela Flamenca e ingresa a la escuela de Florencia, dirigida
por Francesco quien lo recibe como una victoria, sin percatarse en un principio
de las intenciones del joven.
Es aquí donde aparece un personaje
extraordinario, Fátima. Una mujer, casada, que quería ser retratada por el
mejor de los pintores. Acudió en primer lugar a Francesco. El discípulo
Flamenco infiltrado pudo ver como discutían con el maestro florentino y se
marchaba, dejando a este con solo el bosquejo de la pintura. Luego, Fátima
viajó hasta la residencia de Van Mander, a rogarle que la retratara en un
periodo de tiempo, hasta que su marido pasase por ella. Si bien el tiempo le parece exiguo y casi
imposible para las pretensiones de la dama. Los encantos de la mujer seducen a
los dos hermanos Van Mander y aceptan anonadados. El más viejo y sabio, Greg,
estaba ciego luego de haber logrado usar el “Oleum Presiotum”, en combinación
con muchos elementos que todos desconocían y que era su absoluto secreto. Desde
entonces juró que no lo volvería a fabricar hasta que se vio convencido por
Fátima.
Monterga entra en distracciones y el discípulo
enviado por Van Mander, logra descifrar el enigma y le envía una carta a su
maestro. Francesco, descubre esto, y alcanza al discípulo en el bosque y lo
asesina. Trata de llegar a tiempo para impedir que la carta con el secreto llegue
a Van Mander, pero cuando arriba a la ciudad y entra en la casa de éste.
Descubre a Greg Van Mander asesinado por Fátima y a esta abriendo el baúl donde
está el secreto. Fátima logra enceguecer a Monterga y lo deja encerrado en el
subuelo. Es entonces, que siente que ha matado para siempre a Prieto de la
Chiesa. Debido a que Fátima en realidad era el personaje que aparece en el
principio de la historia asesinado y lo enterraban. Al parecer, ese sólo era un
joven desfigurado que había desaparecido y Pietro, convertido en mujer, robó el
secreto a los dos maestros y se fugó con el hermano menor de Greg Mander.
Apreciación:
La historia es breve y la presentación
del contexto histórico está parsimoniosamente retratado por el escritor. La
prosa conserva un ritmo acelerado, careciendo de descripciones por lo que lo
hace un libro de lectura veloz. No hay envistes de pensamiento filosóficos o
formulaciones reflexivas muy profundas, más allá de aquellas alusiones al color
realizadas por Aristóteles y las cavilaciones sobre la ausencia de color y el
negro. Es un libro que cumple con facilidad los propósitos de entretenimiento,
expectativa, suspenso y asombro, debido a la gran habilidad narrativa del escritor
para manejar con equilibrio los tiempos, la intervención de los personajes y la
creatividad para generar los conflictos y las resoluciones.
En ella es posible ver la huella de
Borges, a quien se alude de manera directa y se imitan estilos literarios,
sobre todo cuando pretende representar todos los tiempos y lugares en un
objeto, como el Aleph, así lo hace con el color en estado puro y su
representación.
También es posible ver a Umberto Eco,
entre sus líneas, por espacios o momentos parece imitar a la exitosa novela “El
nombre de la Rosa” y ese bien llevado enigma dentro de la abadía. Pero luego se
aleja demasiado, al resolver de un modo algo inesperado el final de la historia,
en la transformación de Prieto en Fátima.
Si tendría que valorarla, habría que
explicitar cuáles criterios la clasificarían. Si se pretende apreciarla por su poder
de entretenimiento, intriga y suspenso, sería una buena elección para
dispersarse y pasar un momento ameno. No obstante, si tenemos que medirla desde
un enfoque literario, didáctico o de infunde filosófico, no tiene más valor que
una novela de gacetilla, es decir, de índole popular y comercial. De ella no sacaremos
extraordinarias frases, ni pensamientos que nos lleven a interpelar la sociedad o
los tiempos en los que vivimos, ni mucho menos discutir alguna corriente de
pensamiento.
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