"La Peste" Albert Camus.
Título: La Peste.
Autor: Albert Camus.
Año de publicación: 1947
Año de publicación: 1947
Reseña:
Esta historia sucede en Oran, un
pequeño rincón de Argelia, cuyas cualidades especiales, la dotan de misticismo
y de encanto para la novela, no por ser extravagante sino por sus rasgos
templados y desconectados del exterior. Allí, el doctor Bernard Riux, al salir
de su departamento para realizar las labores de rutina, se encuentra con una
rata muerta envuelta en sangre.
Sin darle demasiada importancia, sólo
reflexionando de la extrañeza, siguió con su recorrido hacia el hospital donde
prestaba servicio. Ése sería el desencadenante de una sucesión atroz, salvaje y
despiadada de una epidemia que arrasaría con decenas de miles de personas.
Miles y miles de ratas infectadas harían que la población en un principio, algo
escéptica, no le diera la impronta que tenía.
Luego cuando el número fue presentado
en estadísticas en el periódico y se incrementó día a día, teniendo su máximo
esplendor en verano, fue cuando comenzaron a tomarse medidas colectivas para
sobrevivir. Y si bien, Riux, Torrau, y los demás se organizaron para recluir,
aislar y salvar a la población, sus medidas no pudieron aminorar la
devastación.
La situación es tan grave que la
ciudad es puesta en cuarentena, sitiada y rodeada por una estricta vigilancia.
Los muros históricos de Orán son el límite que demarca su principio y su fin.
Y, dentro de ella, se verá contenida toda la condición humana, su lucha, su
dignidad, la resignación y la fraternidad. El desvío en el estilo de vida de
los habitantes se hace patente. El miedo hace mella en seguida: «hay los que
tienen miedo y los que no lo tienen, pero los más numerosos son los que todavía
no han tenido tiempo de tenerlo»
El comportamiento de los habitantes
pasa de desinteresado, apático a depresivo y temeroso. Los estadios se
transforman en centros de curación debido a que se vieron desbordadas los
hospitales, y las escuelas. Las reuniones públicas se restringieron a unas
pocas, como la de asistir al cine a ver películas repetidas. Nadie podía
entrar, ni salir y eso planteó una discusión entre las relaciones afectivas que
existían entre los que estaban dentro de Orán con los que quedaron a fuera. Es
el caso, de Rambert un periodista que estaba de paso, quien entra en
desesperación por no poder encontrarse nuevamente con su esposa.
Por otro lado, el doctor se reúne con
un médico que tiene amplia experiencia, llamado Castel, que al leer las cifras
y los síntomas de las personas fallecidas hasta ese momento, concluye
finalmente que la peste se ha tomado Orán.
Grand, un empleado del Ayuntamiento
encargado de hacer las sumas de las defunciones va a ver a Rieux, se convoca
así a una comisión sanitaria. Se toman pocas medidas profilácticas.
Por la tarde, el doctor va a saludar
a Cottard, que anteriormente había querido suicidarse, éste había sido salvado
por Grand.
Mientras los ciudadanos se adaptan inapropiado
exilio, la peste hace poner guardias en las fronteras de Orán y hace cambiar de
ruta a los barcos que se dirigían hacia allá. La actividad comercial decae
y los habitantes permanecen inactivos, atiborrando los cafés.
Rambert se desespera, ya que quiere
marcharse del lugar, alegando que es parisino y que el asunto no le concierne,
pero no lo consigue. El final del primer mes de la peste es ensombrecido por un
incremento de víctimas y por el sermón de un cura llamado Paneloux, quien dice
que la epidemia atacará sólo a aquellos que no son dignos del reino de Dios.
En verano Orán incrementa el número
de víctimas.
Tarrou se ofrece para organizar y
dirigir brigadas sanitarias. Rambert decide buscar medios ilegales
para abandonar la ciudad y Cottard quiere ayudarle al respecto. Tarrou propone
a Paneloux que se una al grupo de
voluntarios y éste acepta. Asimismo, Rambert decide también colaborar hasta que
encuentre como marcharse.
La peste diezma más a aquellos
colectivos de personas, tales como el ejercito, los presos, etc. Al verse
desbordados los cementerios, se transporta a los cuerpos a los hornos crematorios
en trenes.
Por su parte, Rambert se instala en
la casa de unos guardias, que le ayudarían a cruzar las puertas de la
localidad, para así regresar a París; sin embargo después decide quedarse y
seguir prestando su ayuda. En el hospital, se decide probar el nuevo suero en
un niño que había sido contagiado, pero al no funcionar éste, el pequeño muere.
Rieux y Paneloux quedan muy abatidos, devastados y sumidos en una reflexión
existencial profunda.
El padre Paneloux da un sermón que
causa impacto entre los fieles. Inesperadamente, se enferma y fallece al
siguiente día, pero su caso es considerado dudoso, pues no presentaba todos los
síntomas de la peste.
En Orán hay especulación genera
inflación y crisis, mientras que se nota un descenso en la epidemia. Una tarde,
Rieux y Tarrou van cerca de la escollera, a tomar un baño de mar. Poco después
llega la Navidad y parece que Grand cae enfermo por la peste, sin embargo
se recupera milagrosamente.
Hasta el 25 de enero, los casos eran
cada vez menos.
Finalmente la peste cede: la última
víctima es Tarrou. Una mañana de febrero, se abren las puertas de la ciudad. La
gente organiza festejos y Rambert se puede reunir con su mujer.
Bernard Rieux, quien se entera de que
su mujer falleció en la ciudad donde estaba residiendo, confiesa por último que
él fue el autor de toda esta crónica y que lo hizo en tercera persona, para alcanzar
más objetividad.
Un día, Cottard enloquece y empieza a
disparar desde su habitación, no obstante unos agentes lo detienen y lo golpean.
Por la noche se oyen los gritos de la alegría de los habitantes que han
recobrado la tranquilidad, pues la epidemia habían cesado.
El doctor Rieux, no acusa ninguna
felicidad mientras se describe su andar por las calles y el bullicio renaciente
de una ciudad que vuelve a vivir. Más bien, intrincado en sus pensamientos más
profundos sobre la inactividad de la peste, y la científica certeza de un
posible resurgir.
Lectores:
Número Aproximado de páginas: 470 pág.
Temas Nucleares: Lo absurdo. La epidemia y la reacción proactiva. La fraternidad y
la supervivencia.
Temas Periféricos: La resignación. El amor en el cautiverio y la cuarentena.
Valoración de la Obra:
Un clásico de la literatura, con la
fuerza de un premio nobel, que tiene una mirada filosófica sobre la existencia,
la vida, lo absurdo. Cargada de intenciones humanistas y de un ritmo cadencioso
y lento por la obligación de retratar, el clima, las emociones, los
sentimientos, las reflexiones de todos los habitantes de Oran, merece una
valoración sublime dentro de la literatura. ¿De qué otra manera se podría
retratar mejor la angustia de haber residido en la Europa de segunda guerra
mundial? Eran asesinados alrededor de 10.000 personas por día. Unos 60.000.000
en total en todo lo que fue de la contienda bélica más grande de la historia.
Una muerte similar se dio con la peste bubónica que se cobró unas 50.000.000 de
víctimas. En este caso, Camus, deja claro que es absurdo morir por lo que
pensamos; esas es una peste. El pensamiento autodestructivo, el nacismo, la
guerra. Es la peor enfermedad.
Las interpretaciones de la obra están
muy asociadas a los acontecimientos históricos de la época. El autor, incorpora
explicaciones desde las distintas fuentes del conocimiento encarnada en los
personajes. Paneloux, el cura responsabilizará a los designios de Dios, Rieux
presentará una mirada más objetiva, filosófica y científica. Mientras que Rambert
y Torrau, encarnarán la emancipación de los héroes románticos frustrados de
Francia, a quienes la peste también alcanza y devora.
Un libro, de lectura obligatoria si
se quiere entender, sobre qué se discutía en uno de los momentos más
significativos del pensamiento social universal y que construirá las cimientes
de lo venidero.
Particularmente, me tocó leer un
libro, de muy mala traducción, plagado de errores ortográficos, sintácticos,
tipográficos; esto hizo que la lectura se haga más densa, no obstante el valor
de la historia y los planteos trasciende esta dificultad. No lo pondría entre
mis libros de autores nobeles preferidos, pero aprueba.
Comentarios