Pequeño Infierno florido.
“ Te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire(...)Te regalan su
marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la
tendencia de comparar (...)j con los demás (...). No te regalan un reloj,
tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.”
Julio Cortázar
Me
pregunto; ¿qué hubiese pensado Julio Cortázar del Celular?
Es
verdad que es triste y mundano, atar el tiempo a tu cuerpo para que te someta a
su tortura cruel de cautiverio. Más aún, lo es permitir que el pensamiento
propio sea un software de la voluntad consumista.
Dejar
que las grandes corporaciones instauren el chip hedonista en tu cerebro para
que creas que la felicidad se asocia con sus productos. Y así convencerte que
aquello que compraste el mes pasado, es viejo y pasado de moda.
.Cuando
te sientes obligado a comprar lo que ya tienes, y a veces la economía personal,
no te lo permite; nace el monstruo del infierno florido, la miseria del
neoliberalismo, su peor engendro, capaz de sentenciar el cáncer de la infelicidad
a millones de almas confundidas.
Ese
monstruo, genera la frustración por lo material que no se tiene, el sentido
vano, fútil y estrafalario de la competencia y deja a las víctimas adormecidas diciéndoles:
“Consigue más dinero perdedor; sino lo haces no podrás comprar la felicidad que
vendo”
La
falsa felicidad se ofrece en grandes banners, en la televisión, en la radio, en los
fragmentos de vida expuestos en las redes sociales. Nos quieren confundir que eso es la felicidad, tener lo nuevo.
Hay
un “big bang” de tiempo, cuando colisiona el tiempo virtual con el natural. Dos
cuerpos a centímetros de distancia se comunican menos y están más solos cuando
encienden sus celulares.
Enseñaron
a la generación venidera que la felicidad tiene que ver con tener, no con ser.
Steven
Jobs dijo “mi sueño era crear algo que sea tan imprescindible para el ser
humano, que lo sienta parte de su cuerpo, como un brazo y no pueda vivir sin él”
y vaya que si lo logró y él ganó millones
y muchos perdieron más.
Dejo
en claro que éste no es un texto antiprogresista contra la tecnología, de la
cual necesitamos. Simplemente cuestiono la falta de conciencia que permita
recuperar nuestra autonomía y salvar de la angustia a todo aquel que no puede
acceder a la falsa felicidad del infierno
florido.
Creo
que cuando te obligan a comprar el último celular, o lo último de moda en ropa,
o lo que sea; no eres tú el que compra, más bien eres el vendido. A ti te
compran para el festín de los grandes buitres, los poderosos magnates y luego
rifan tu felicidad a su precio.
Comentarios