Subir al escenario ante la mirada de las Medusas
Es fácil, mirar desde abajo
del escenario y tomar la decisión del abucheo o el aplauso. Esperar tranquilos
que sean otros los artistas, para ensayar juicios inútiles. O caer derrotados
ante la queja y la falta de confianza. Cualquiera puede ser espectador,
cualquiera puede quedarse a una orilla del escenario, toda la vida, observando
y quejándose de los otros.
Eso sí que no cuesta, sólo
tengo que tomar el mate y rezongar del mundo que se cae frente a mis narices; y quedarme
mirando la trágica obra consumarse.
El mundo está lleno de esos
trajes humanos, de esa gente maliciosa, que nunca podría tomar el protagonismo
ni de su propia vida.
No hay maldad más ligera que
la indiferencia, el letargo, el desinterés por las necesidades sociales, y peor
aún, la crítica destructiva. Dedicar el esfuerzo de dilapidar el error sobre el
escenario.
Por la gente empecinada en
encontrar y resaltar a los cuatro vientos los errores de sus colegas,
conciudadanos, compatriotas, por esas personas que viven pendientes de los
defectos ajenos para pregonarlos, por los que sienten el temor de ser menos y
aprecian una vana competencia humana sin fin, sin rumbo. Por ellos, muchos
temen subir al escenario: se quedan petrificados por los ojos de estas medusas.
Llamo medusas, no a los
sabios, que son protagonistas sociales, generando críticas que construyen
humanidad; sino a los inertes, que suenan como ecos, como clones de ideas vacías,
a quienes les resulta más cómodo mirar que actuar.
Yo apuesto por los otros. Por
esos que tiene el valor hacerse cargo, a pesar de lo que digan. Por los que
hablan poco y hacen mucho, por los que salen al mundo arremangados a luchar por
su patria y su pueblo: por los que organizan ferias, peñas o rifas en beneficio
de algún enfermo, por la cantidad de gente que puso su vida al servicio del otro.
Por ellos, que son héroes y no medusas, es que escribo este texto, para
alentarlos a seguir siendo pioneros del destino, no testigos mudos.
Juego mi carta por aquellos, “los
únicos” los que tienen el coraje de desafiar los miedos, los prejuicios
sociales, los inconvenientes del tiempo y la cultura, asumiendo la carga y el rumbo,
levantando banderas y arrastrando cruces. Esos que alentados por la voz de su
corazón salen a la cancha aunque esté todo perdido, como dicen las medusas, y presentan
hasta la última gota de sangre en batalla.
De esos seres nadie se olvida,
dejan huellas imborrables, trazan caminos que trascienden en el tiempo.
Necesitamos de ellos;
protagonistas, héroes, próceres, obreros.
A mis estudiantes les digo. Es
fácil quedarse abajo del escenario, mirando como otros bailan, como otros
recitan, como otros actúan, mientras, nos reímos, nos burlamos. Eso lo puede
hacer cualquiera. Lo que no puede hacer cualquiera, es subir al escenario de
los problemas y hacerse cargo, a pesar de todo. Esos son seres extraordinarios,
especiales, únicos, dispuestos a triunfar.
La gente que se prepara para
el éxito, no se queda ahí. El facilismo le repele.
Es una total amoralidad, no
hacer nada por mejorar un problema y criticar al que hace los intentos de
solucionarlos. Si no haces, ni el intento, ten al menos la dignidad de callar.
¿Dónde te sientes más cómodo?
Sal de tu comodidad, porque el que se queda ahí vive para siempre la monotonía
de hacer siempre lo mismo.
Ante la pobreza, ante la miseria cultural, ante la
negligencia política, ante la inoperancia, ante el avance de la droga, ante el
alcoholismo y tabaquismo, ante la violencia escolar, ante el maltrato de
género, ante el suicidio, ante la falta de fe, ante la corrupción…Tú, ¿qué eres?,
¿Héroe o Medusa?
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