El Alma Negra.



Negro es un término que tiene una connotación siempre especial. Con ello quiero decir que muchos lo usan para representar el mal. Les pregunté a mis estudiantes por qué negro tiene que ser todo lo despreciable. Ellos me dijeron, que negro históricamente siempre representó el mal, por la oscuridad, por la noche.

Ellos podían con mucha facilidad explicarme sobre la discriminación racial, las vejaciones humanas cometidas en la esclavitud hacia los africanos o africanos descendientes, de hecho confesaron sentir un gran aprecio por ellos, una sobrevaloración.
Hasta aquí, todo bárbaro, su sentido moral establecía juicios coherentes sobre la segregación.
Entonces avancé y les pregunté como era eso de los “negros” y los “chetos”; ellos me caracterizaron a los negros. Es algo así. Son aquellos que usan gorra, escuchan cierto tipo de música, son groseros, violentos, toman vino en “cajita” etc. Cualidades heredadas de las grandes desigualdades económicas.
Me hice el desentendido, y les pregunté cómo era posible porque yo no conocía en mi pueblo extremos raciales; fue allí donde me dijeron, que estos, eran “Negros de Alma”, “Negros de pensamiento”. Les solicité que me explicasen.
Les pregunté, ¿Qué color tiene su alma?, se quedaron mudos. Les pregunté si ellos creían que su alma era blanca. No supieron contestarme. También les pregunté cual era la diferencia, entre aquella discremación racial y esta discriminación de alma.
Les di como tarea para la casa que trajesen una foto con el color del alma. Y les dije que recién entonces, podrían sentirse diferentes a ellos. Se quedaron pensando.
Sentirse diferente no es el problema; el salvajismo de la discriminación reside, en buscar excusas, falsos motivos para creerse superiores a otros.
Unos tienen, el alma limpia y los otros el alma oscura, como dos grandes e históricas antagonías.
De todas las absurdas antagonías inventadas por el ser humano, ésta es una de las peores. Creer que alguien que elije entre las escasas opciones, una forma de vida, tiene el alma negra. Y por ello, como lo he escuchado muchas veces, se merecen no vivir, o estar encerrados entre paredones, o enviarlos a una isla.
Una vez alguien muy sabio, de esas personas que se hacen sabias por ser incapaces de practicar la maldad, unos de esos sabios silenciosos: un estudiante con retraso madurativo y leve autismo, me dijo: “Los delincuentes son las bestias que las víctimas crean”

Me quedé mucho tiempo pensando en esto. Se refería a las desigualdades planteadas por los mismos seres humanos. Esas irresponsabilidades sociales que vuelven en forma de violencia, de delincuencia contra uno.
Piensen esto: de todos los empresarios asaltados, ¿cuántos, destinan parte de sus fortunas a la caridad social? ¿cuál es el porcentaje de empresarios o adinerados que destina una ración de su exultante dinero para ayudar al que vive en la villa miseria vecina?
Muchos dirán, “están en su derecho”. ¿Es un derecho que las riquezas naturales explotadas por unos pocos se distribuyan entre todos los seres vivos? “Son libres de hacer lo que quieran con su dinero”; me parece que esas libertades se están acabando. Las están acabando los pueblos que sufren las miserias.
Ya no pasa sólo por una cuestión ética de las economías, sino por una respuesta obligatoria, para conseguir la paz entre las partes socioeconómicas que se encuentran en extremos opuestos.




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