A mis estudiantes.


Escribo, con la esperanza de que mis palabras alcancen el rumbo que les quiero dar.
Un buen estudiante, primero escucha y luego de hacer las conclusiones pertinentes, replantea, corrige, debate o cuestiona.
Creo que la virtud de un docente reside en no subestimar las capacidades de sus estudiantes y exigir más allá de lo que todos esperen. Es por eso, que siempre, sostengo mi fe y mi confianza en sus capacidades, a las que considero superadoras, modificadoras de la realidad.
Lo que me preocupa, es la “Generación Tinelli”, aquella cantidad de jóvenes que lo único que quiere como futuro es bailar. No digo, y espero que no se mal interprete, que el baile es inútil. No, es más, creo que las cualidades terapéuticas, físicas y psicológicas son mayores, no obstante tenemos que explicarles que el mundo laboral, los sistemas económicos, políticos, jurídicos, etc., necesitan profesionales comprometidos con el universo de lo intelectual y las complejidades de la realidad cotidiana, que no todos los que hacen danza consiguen una estabilidad económica sustentable para una familia.
Hoy vi desde a fuera una de las Sedes de los partidos políticos, llena de jóvenes ensayando una de esas danza producto de la globalización, y pensé en aquellos estudiantes que desaparecieron en defensa de un ideal de sociedad; aquellos cuyas metas se fijaron en la participación y organización política e histórica de su país.
Aun así, no es de sabio generalizar, puesto que conozco una cantidad de jóvenes interesados por los problemas sociales, interviniendo en las realidades de su barrio, su pueblo, tomando un rol activo en ella. Lamentablemente son muy pocos. Y esas actividades se encuentran motivadas por Organizaciones no Gubernamentales.
¿Rifas solidarias? ¿Pintura para la estudiantina?, son las ofertas políticas para alcanzar los votos que le faltan. No sólo se ve aquí la parquedad de las propuestas para nuestros jóvenes, sino la poca oportunidad cultural.
Ustedes pueden demostrar que son la generación que mejorará la calidad de los gobernantes, y no se dejen cautivar con espejitos. Eso es una ofensa a su inteligencia y su capacidad crítica de observar la realidad.
Las responsabilidades sociales, se construyen desde el aula. Mi compañero es mi conciudadano, tiene diferentes opiniones, piensa, viste, y actúa distinto, eso no quiere decir que no sea mi compañero de equipo en la sociedad. 
Las diferencias están creadas para complementarse, por eso que la ley física es muy sugerente y sabia, “los opuestos se atraen” si no son opuestos uniéndose, no pueden funcionar por separado.
Tener responsabilidad social, es “hacerse cargo”. Hacerse cargo de la familia que me tocó, del barrio en el que vivo, de la escuela y los compañeros con los que convivo y conviviré.
Hacerse cargo es, mantener la higiene en las calles, no contaminar, no envidiar, ni hablar mal de mi vecino, o compararme, o competir con su condición económica, nada más degradante.
Las responsabilidades, son habilidades personales que se adquieren con práctica, con voluntad de progreso y deseo de confraternidad

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