martes, 29 de septiembre de 2020

Apatía y Educación Prospectiva.


La educación prospectiva se genera desde el vínculo prospectivo. Quiero aclarar esto. La educación es un hecho que existe desde el momento en el que dos o más personas en inequidad de conocimientos y capacidades establecen lazos comunicativos, con la finalidad de lograr la evolución de sujetos sociales, entendiendo por evolución la posibilidad de favorecer sus condiciones frente a realidades de conocimiento.

Es entonces que la educación puede existir en contextos formales como en contextos no formales y es la calidad de los vínculos lo que establece la progresión.

La educación puede no ser prospectiva, cuando reúne las siguientes características:

Educación mecánica:

Esto sucede cuando no hay revisión de lo que se enseña y no se somete a las estrategias, los contenidos, ni los métodos a evaluaciones constantes sobre la utilidad de los aprendizajes. Todo se convierte una maquinaria que genera comportamientos autómatas, protocolares. Los estudiantes son como monjes incapaces de cuestionar la ciencia, el conocimiento y las normas intencionadas. Una educación mecánica genera sujetos efectivos para el universo de las grandes corporaciones que necesitan autómatas que generen bienes calculados en valor económico.



Educación conveniente:

Este tipo de educación sucede cuando las instituciones que ofrecen una formación adaptan toda norma universal para crear un currículo único pensado para favorecer las condiciones primarias de los educadores. No hay mayores objetivos que sostener una fuente de trabajo y hacer más cómoda la labor de sus docentes, orientando todo el recorrido institucional a condiciones convenientes desde el punto de vista personal y no educativo. Este tipo de educación saca del foco al sujeto que aprende. No es capaz de generar mecanismos de encuentro, de fortalecimiento del vínculo con los estudiantes. Es un totalitarismo que genera una deserción descontrolada. Pero no una deserción física; llevan los cuerpos a la escuela, pero no acompañan procesos de formación. Es una deserción desde la apatía.


Educación por inercias:

También puede suceder que las escuelas canten teorías modernas, pero de puerta a dentro, no puedan erradicar la tradición y el conductismo. Si bien se puede parecer a la mecánica, esta es incapaz de incorporar modificaciones a sus rígidas estructuras y permanecen por décadas en estados inertes. Son los contextos menos propicios para educar a las personas para la vida contemporánea. Como especie monasterios conservan viejos hábitos y costumbres y como éstas, les ocasionan algunos esporádicos éxitos, las preservan.

En contexto de crisis, son las que más sufrieron el aislamiento social generado por la pandemia.

No supieron como resolver el conflicto de sostener un vínculo que no era cara a cara.




Educación Política:

Este tipo de educación es la que está a la vanguardia de las resoluciones ministeriales. El estado que genera una educación pública y gratuita, no lo es tan así. Tiene un precio, y se paga. Los que más lo pagan son los sectores más desprovistos de mecanismos de autonomía institucional.

Las entidades del estado seleccionan contenidos, eligen estrategias, deciden las políticas educativas, generan idiosincrasia y ponen a todo el sistema educativo a trabajar en una gran maquinaria de formación de pensamientos direccionados.

Los docentes, quienes tienen que ser sus empleados obedientes, son los encargados de infundir las condiciones propicias para que los ciudadanos se conviertan en patriotas responsables y potenciales votantes que siempre desarrollarán una mentalidad bipolar.

Tal vez, la más nocivas de las educaciones, por su alto poder de manipulación.



 

Si tenemos que analizar, qué sucedió con estas educaciones en este momento de la historia, donde existe un traslado de escenarios de aprendizajes, podremos encontrar las anomalías y los defectos de todas ellas.

Todas ellas descuidan el vínculo. Por eso, surge, la principal causa de la deserción o la desconexión de los estudiantes del sistema; la apatía.

No es una apatía nacida de la nada, generada sólo por la pandemia. Ésta ya existía, se vio potenciada por la crisis. Es una crisis de vínculos.

La conexión y el dispositivo es el sumativo, no es lo esencial en la ruptura del vínculo. Tanto el sujeto que aprende como el que educa, no saben cómo solucionar la ausencia de un condicionante ancestral; el contacto presencial, en un espacio y un tiempo físico, biológico, compartido.

Una educación prospectiva es la panacea, en estos tiempos y todos los que vengan.

Ahora trataré explicar de modo muy acotado qué es.

La educación sucede por vínculos humanos, no por mecanismos rígidos establecidos por pedagogías caducas o de recetarios estandarizados. Esto quiere decir, que ese vínculo tiene sujetos psicoemocionales que están atravesando una era histórica, por lo tanto, no se parece en nada al que conocíamos. Una educación prospectiva concibe a los sujetos de aprendizaje como seres humanos dentro de una historia que los configura en lo emotivo, lo cultural y lo sincrónico.

Pero no es un sujeto histórico por la pandemia, lo será siempre. Es por eso que una educación prospectiva se encuentra en permanente estudio del sujeto y hace en conocimiento a esto, todo lo que tiene a su alcance por lograr un vínculo prospectivo.  

No hay vínculo prospectivo, sin afectividad, sin sentimientos humanos, sin sensibilidad, sin hechos que ocasionen en el vínculo, un compromiso humano.

La educación de hoy no sale al rescate de ese vínculo, por eso los fenómenos psicoperceptivos de los sujetos de aprendizaje, potencian, agigantan y fomentan una gran apatía, que mientras no se advierta y atienda a este fenómeno, será mayor.

 

 

 

viernes, 11 de septiembre de 2020

La peste de la soledad

 

Un silencio de profunda desolación

le recorre todos los huesos,

el alma y la sangre.

El invasor, la tomó por sorpresa.

 A dentro de su cuerpo

Le doblega la esperanza

Mientras tras las llamas de un

devastador incendio

que le sube de la cabeza a los pies

Observa la vida que fue;

Cuando en los carnavales bailaba

En las navidades cantaba

Y los cumpleaños donde reía a carcajada

Pensó muchas veces su muerte

Se creía capaz…

Se dio cuenta, que peor que apagar algún día

era la soledad de esa habitación fría y vacía.

Y sintió pena y compasión por el sujeto

Que agonizaba en ese cuarto

Cayendo tarde en la cuenta

Que no era otro más que ella.

martes, 7 de julio de 2020

Las ruedas cuadradas de la educación en tiempos de pandemia.



Ante el aislamiento social surgen dos expresiones que merecen reflexión: la presencia virtual y la presencia física. Particularmente observo falso el primer enunciado.
La virtualidad no es una presencia, es una emulación de ella. ¿Por qué hago esta aclaración? La presencia humana no tiene sustitutivos. Un escenario en el que dos o más personas comparten vínculos condicionales, no puede ser remplazado por ningún otro recurso humano. E aquí la dificultad más profunda de la educación hoy. Algunas situaciones de enseñanza y aprendizaje se pueden lograr, pero hay otras que dependiendo las disciplinas o ciencias que se pretendan saber, conocer y estimular, no se podrán recuperar.
No está preparado nuestro cerebro para abstraerse de un lugar físico y trasladarse a otro y compartir ahí, el clima, los aromas, el porcentaje de luz, la temperatura, los silencios, los gestos simultáneos, esos sonidos simbólicos y significativos de la escuela hacen a la simbología de la educación. Los aprendizajes que surgen de las presencias físicas de las personas que hacen a la escuela no se pueden alcanzar en la virtualidad.

No obstante, es posible una educación desde la distancia, para eso tenemos que dar respuestas a algunas preguntas que nunca o pocas veces nos preguntamos como educadores:
¿Está visualizado desde el curriculum el analfabetismo académico digital?
La crisis sociosanitaria que provocó la ausencia física y las distancias escolares, dejó al descubierto las debilidades docentes y las limitaciones digitales de una generación que se la concebía falsamente como alfabetizada o nativa digital. Echó por tierra los términos de la teoría de Daniel Cassany sobre nativos e inmigrantes digitales y puso al descubierto otro dilema que merece trato curricular: una alfabetización académica digital.
Es en primer lugar, porque en nuestras comunidades, el acceso a los recursos tecnológicos está vinculado a la situación económica personal que se encuentra muy diezmada ante la crisis. Y por ello, muchos de los sujetos sólo pueden manipular herramientas digitales desde el celular. Este hecho se asocia al paquete de datos, a las condiciones del celular, a la capacidad de almacenamiento, etc. Pone al estudiante ante una situación de desventaja e injusticia social que antes era menor.
Los documentos curriculares y algunas líneas teóricas dan por sentado esta falsa premisa:  joven igual a conocimiento digital y ponen al docente frente a un universo desconocido.
¿La escuela de hoy atiende al analfabetismo académico digital?
Un estudiante hoy es capaz de ser un influencer, youtuber, playgamer, tener seguidores a millones, editar videos, jugarlos, crakearlos, etc, pero no encuentra en el procesador texto cómo justificar un texto ensayístico, no puede hacer un uso académico adecuado; tal vez porque la escuela no le supo dar el valor lúdico o vital en su desarrollo. No es capaz de llevar a cabo una investigación sistemática sobre ciertos tópicos validando la información y haciendo de ella algo útil. No sabe participar en un foro, plantear un argumento, explicar desde marcos teóricos, valerse de buscadores y analizadores de sitios para confrontar la información, o como gestionar sus propios espacios virtuales, sitios, canales, blogs, redes para generar interacciones de aprendizaje significativo para su vida académica.
Es decir, no es capaz de poner al servicio del saber, la tecnología digital.

¿Es la era del sobreflujo de la información una garantía educativa?
Toda persona en esta era es capaz de acceder a la información. Desde un niño de 10 años en su celular a un profesional adulto, por ejemplo, puede conseguir un tratado científico sobre el comportamiento celular que no implicará una aprehensión.
Esto quiere decir que en la presentación de la información a los estudiantes no está la garantía del aprendizaje. La información ya existe en la red. Que los docentes hayan hecho esfuerzos denodados por llevar el conocimiento a la casa, al celular o computadora de sus alumnos, no garantiza que ocurra el complejo hecho de enseñar y aprender. Para esto se necesita un sistemático plan con sustentos curriculares renovados, sin mellas, ni romanticismos pedagógicos de moda.
La pandemia ha generado un sinfín de videoconferencias de capacitación para educadores realizada por licenciados en psicopedagogía, Magísteres, filósofos, doctores en educación, etc, ninguno de ellos con el problema práctico de educar desde la virtualidad a adolescentes, niños o adultos que estudian una profesión; siguen siendo propuestas teóricas sin impacto inmediato y no le brindan al docente soluciones reales de su dificultad principal.
Además, lo que es aún peor, es que el aislamiento demuestra que todas las capacitaciones en el campo de las TIC, en las que el gobierno invirtió fortunas desde el 2007, no sirvieron para la mayoría de los educadores, ni muchos estudiantes: ¿quién evalúa si esos programas fueron exitosos o una total perdida de tiempo?
¿Existe una didáctica de cada disciplina desde la virtualidad? ¿Está el educador preparado en ella?
Es muy evidente una omisión, una ausencia o imperfección de la didáctica desde la virtualidad. En estos tiempos donde está de moda “deconstruir” “desaprender”, es más necesario insistir en esto para luego construir de acuerdo a los asistentes digitales, a los recursos tecnológicos, a las posibilidades virtuales, una didáctica de estos tiempos devenidas de ciencias de hoy. A la vieja didáctica se le pasó por alto reconvertirse en relación a los tiempos que corren.
Los lineamientos curriculares están contaminados por teorías que retrasan. Hay una sobrecarga burocrática sin sentido utilitario hacia el docente y una provocación obscena al sujeto que aprende por inculcarle el facilismo.
El educador escribe bajo presión para complacer a las autoridades que hacen dormir los papeles en un escritorio y que no mejoran los resultados educativos.
El que mejor escribe los informes, el que mejor logra su selfie mientras enseña, el que hace una captura de milésimos de segundo de una situación de enseñanza y aprendizaje y la comparte en una red social, es visto como un docente avezado y exitoso que hace que sus estudiantes logren metas de aprendizaje y son esos mismos que luego en las evaluaciones estandarizadas nacionales e internacionales, no cumplen con la media.
¿Existe la empatía de crisis en los distintos protagonistas de la educación?
Surgieron nuevos perfiles de estudiantes y se potenciaron otros. La incertidumbre social, el aislamiento, el cambio radical en el comportamiento de un sujeto frente a la educación se ve revertido en sus puntos más importantes.
Tenemos hoy un ser deteriorado en sus fortalezas frente a la educación, decepcionado, desilusionado, con poca tolerancia a la frustración, que de pronto perdió una condición humana ancestral: aprender en colectividad, en la interacción, en el contacto, en el diálogo, en la solidaridad de compartir.
Educadores y aprendices, se sienten incomprendidos. Hay un divorcio notorio provocado por la falta de conocimiento didáctico pedagógico para llevar a una comunicación productiva.
Lo que debe reconocer cada ciudadano y cada responsable funcionario del estado, es que la educación siguió traccionando y sobre ruedas cuadradas, logró dar significativos avances con todo lo que docentes y estudiantes tenían a mano.
Un ser sin educación es un peligro nocivo para la humanidad y más en estos tiempos de pandemia, donde el mal existe por la falta de conciencia colectiva. 
Cuando baje la marea quedarán sobre la superficie los aciertos y los desaciertos institucionales y entenderemos con más profundidad que tan lejos estamos en el tiempo, para ofrecer una educación a la altura de los países más competentes. Y el estado tendrá que pagar la deuda que tiene con los sectores más marginados y con todos aquellos que día a día sostiene un sistema que debe ser fundado de nuevo.

©Damián Vera

miércoles, 10 de junio de 2020

Poesía en Tiempos de Pandemia.



Desencuentro.


Y de repente dejamos de encontrarnos
en las maneras humanas que conocíamos.
Nos hicimos pequeños.
Nos miramos a la distancia diminuta
de la desesperanza.
Dejamos lo que traíamos en las manos
porque nos dimos cuenta tarde,
que era inútil;
uno vale por lo que encuentra
y no tiene peso, ni carga,
y lo que  encuentra y vale, es el otro.
Nunca un silencio fue más desolador.
Nunca imaginamos,
ser nuestros propios verdugos,
ser nuestros propios carceleros
y pagamos una condena cara y merecida.

Aún te queda oxigeno
¡compártelo!
Aún te queda tiempo
¡compártelo!
Aún te queda amor
¡compártelo!
Aún te queda un pan,
¡entrégalo!
Aún te quedan las manos,
¡Ofrécelas!
Aún vives,
no dejes de desperdiciar
un solo instante
en hacer que tus fragmentos
sirvan de piezas
para otras vidas.
Toma distancia
pero no abandones.
¡No hacía falta!
Llegar hasta aquí
para ver que el pozo profundo
de tu alma
es un manantial.
¿Cuánto vale lo que respiras?
¿Cuánto pagas por eso?
¿lo entiendes ahora?
No era tan complicado.

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domingo, 12 de enero de 2020

El Secreto de los Flamencos.


Título: El secreto de los Flamencos.
Autor: Federico Andahazi.
Año de publicación: 2002
Editorial: Planeta.
Temas principales: El secreto y la traición. La revelación del secreto. La obsesión por la perfección. La traición.
Temas secundarios: La pintura de inicios renacentista. La alquimia. El misterio. El transformismo.
Cantidad de Páginas:

Reseña:

Los hechos suceden mayormente en Florencia y Brujas durante principios del renacimiento y la revolución por el arte pictórico de la época. Los acontecimientos ocurren entre los maestros y discípulos de dos escuelas de la época; la Florentina, que manejaba el arte matemático de la perspectiva y los flamencos, quienes dominaban el secreto del color.
Francesco Monterga frente al entierro del mejor de sus discípulos, Pietro de la Chiesa se acongoja, llora y recuerda cuando se lo dieron en adopción y desde pequeño lo crio y acompañó en el arte de pintar siendo un excelso maestro Florentino.
La dudosa manera en la que lo encontraron asesinado despertó en los pueblerinos, el deseo de venganza y la búsqueda denodada del verdugo de quien hasta ese entonces nada se sabía. Luego la sospecha sobre un viejo ermitaño fabricante de colores que le vendía a Monterga, y sus nada ortodoxos métodos, fue ajusticiado en una ejecución pública, sin juicio por los lugareños, creyéndolo el asesino.
En la casa de Francesco hospeda a otros discípulos a quienes le enseñaba el arte y sus secretos dones para formar los colores.
Mientras él pasaba los días obstinado en la biblioteca leyendo un escrito de San Agustín, donde se encontraba una fórmula secreta, encriptada, para alcanzar el “color en estado puro” al parecer el anhelo efusivo más grande de dos escuelas de pintura.
La florentina, representada por Francesco Monterga y la Flamenca, por el Greg Van Mander y su hermano. El odio que se tenían ambos, estaba fundado en una profunda competencia por la perfección y el objetivo de encontrar el color de todas las cosas en su máxima realidad. Ambos, se debatían, se estudiaban y hasta se espiaban. Pues ninguno de los dos alcanzaba a encontrar primero lo tan anhelado.
Un discípulo de Van Mander, con propósito de robar el secreto a Monterga de su biblioteca, se hace pasar por expulsado de la escuela Flamenca e ingresa a la escuela de Florencia, dirigida por Francesco quien lo recibe como una victoria, sin percatarse en un principio de las intenciones del joven.
Es aquí donde aparece un personaje extraordinario, Fátima. Una mujer, casada, que quería ser retratada por el mejor de los pintores. Acudió en primer lugar a Francesco. El discípulo Flamenco infiltrado pudo ver como discutían con el maestro florentino y se marchaba, dejando a este con solo el bosquejo de la pintura. Luego, Fátima viajó hasta la residencia de Van Mander, a rogarle que la retratara en un periodo de tiempo, hasta que su marido pasase por ella.  Si bien el tiempo le parece exiguo y casi imposible para las pretensiones de la dama. Los encantos de la mujer seducen a los dos hermanos Van Mander y aceptan anonadados. El más viejo y sabio, Greg, estaba ciego luego de haber logrado usar el “Oleum Presiotum”, en combinación con muchos elementos que todos desconocían y que era su absoluto secreto. Desde entonces juró que no lo volvería a fabricar hasta que se vio convencido por Fátima.
Monterga entra en distracciones y el discípulo enviado por Van Mander, logra descifrar el enigma y le envía una carta a su maestro. Francesco, descubre esto, y alcanza al discípulo en el bosque y lo asesina. Trata de llegar a tiempo para impedir que la carta con el secreto llegue a Van Mander, pero cuando arriba a la ciudad y entra en la casa de éste. Descubre a Greg Van Mander asesinado por Fátima y a esta abriendo el baúl donde está el secreto. Fátima logra enceguecer a Monterga y lo deja encerrado en el subuelo. Es entonces, que siente que ha matado para siempre a Prieto de la Chiesa. Debido a que Fátima en realidad era el personaje que aparece en el principio de la historia asesinado y lo enterraban. Al parecer, ese sólo era un joven desfigurado que había desaparecido y Pietro, convertido en mujer, robó el secreto a los dos maestros y se fugó con el hermano menor de Greg Mander.
Apreciación:
La historia es breve y la presentación del contexto histórico está parsimoniosamente retratado por el escritor. La prosa conserva un ritmo acelerado, careciendo de descripciones por lo que lo hace un libro de lectura veloz. No hay envistes de pensamiento filosóficos o formulaciones reflexivas muy profundas, más allá de aquellas alusiones al color realizadas por Aristóteles y las cavilaciones sobre la ausencia de color y el negro. Es un libro que cumple con facilidad los propósitos de entretenimiento, expectativa, suspenso y asombro, debido a la gran habilidad narrativa del escritor para manejar con equilibrio los tiempos, la intervención de los personajes y la creatividad para generar los conflictos y las resoluciones.
En ella es posible ver la huella de Borges, a quien se alude de manera directa y se imitan estilos literarios, sobre todo cuando pretende representar todos los tiempos y lugares en un objeto, como el Aleph, así lo hace con el color en estado puro y su representación.
También es posible ver a Umberto Eco, entre sus líneas, por espacios o momentos parece imitar a la exitosa novela “El nombre de la Rosa” y ese bien llevado enigma dentro de la abadía. Pero luego se aleja demasiado, al resolver de un modo algo inesperado el final de la historia, en la transformación de Prieto en Fátima.
Si tendría que valorarla, habría que explicitar cuáles criterios la clasificarían. Si se pretende apreciarla por su poder de entretenimiento, intriga y suspenso, sería una buena elección para dispersarse y pasar un momento ameno. No obstante, si tenemos que medirla desde un enfoque literario, didáctico o de infunde filosófico, no tiene más valor que una novela de gacetilla, es decir, de índole popular y comercial. De ella no sacaremos extraordinarias frases, ni pensamientos que nos lleven a interpelar la sociedad o los tiempos en los que vivimos, ni mucho menos discutir alguna corriente de pensamiento.

domingo, 5 de enero de 2020

"La Peste" Albert Camus.



Título: La Peste.
Autor: Albert Camus.
Año de publicación: 1947
Reseña:
Esta historia sucede en Oran, un pequeño rincón de Argelia, cuyas cualidades especiales, la dotan de misticismo y de encanto para la novela, no por ser extravagante sino por sus rasgos templados y desconectados del exterior. Allí, el doctor Bernard Riux, al salir de su departamento para realizar las labores de rutina, se encuentra con una rata muerta envuelta en sangre.
Sin darle demasiada importancia, sólo reflexionando de la extrañeza, siguió con su recorrido hacia el hospital donde prestaba servicio. Ése sería el desencadenante de una sucesión atroz, salvaje y despiadada de una epidemia que arrasaría con decenas de miles de personas. Miles y miles de ratas infectadas harían que la población en un principio, algo escéptica, no le diera la impronta que tenía.
Luego cuando el número fue presentado en estadísticas en el periódico y se incrementó día a día, teniendo su máximo esplendor en verano, fue cuando comenzaron a tomarse medidas colectivas para sobrevivir. Y si bien, Riux, Torrau, y los demás se organizaron para recluir, aislar y salvar a la población, sus medidas no pudieron aminorar la devastación.
La situación es tan grave que la ciudad es puesta en cuarentena, sitiada y rodeada por una estricta vigilancia. Los muros históricos de Orán son el límite que demarca su principio y su fin. Y, dentro de ella, se verá contenida toda la condición humana, su lucha, su dignidad, la resignación y la fraternidad. El desvío en el estilo de vida de los habitantes se hace patente. El miedo hace mella en seguida: «hay los que tienen miedo y los que no lo tienen, pero los más numerosos son los que todavía no han tenido tiempo de tenerlo»
El comportamiento de los habitantes pasa de desinteresado, apático a depresivo y temeroso. Los estadios se transforman en centros de curación debido a que se vieron desbordadas los hospitales, y las escuelas. Las reuniones públicas se restringieron a unas pocas, como la de asistir al cine a ver películas repetidas. Nadie podía entrar, ni salir y eso planteó una discusión entre las relaciones afectivas que existían entre los que estaban dentro de Orán con los que quedaron a fuera. Es el caso, de Rambert un periodista que estaba de paso, quien entra en desesperación por no poder encontrarse nuevamente con su esposa.
Por otro lado, el doctor se reúne con un médico que tiene amplia experiencia, llamado Castel, que al leer las cifras y los síntomas de las personas fallecidas hasta ese momento, concluye finalmente que la peste se ha tomado Orán.
Grand, un empleado del Ayuntamiento encargado de hacer las sumas de las defunciones va a ver a Rieux, se convoca así a una comisión sanitaria. Se toman pocas medidas profilácticas.
Por la tarde, el doctor va a saludar a Cottard, que anteriormente había querido suicidarse, éste había sido salvado por Grand.
Mientras los ciudadanos se adaptan inapropiado exilio, la peste hace poner guardias en las fronteras de Orán y hace cambiar de ruta a los barcos que se dirigían hacia allá. La actividad comercial decae y los habitantes permanecen inactivos, atiborrando los cafés.
Rambert se desespera, ya que quiere marcharse del lugar, alegando que es parisino y que el asunto no le concierne, pero no lo consigue. El final del primer mes de la peste es ensombrecido por un incremento de víctimas y por el sermón de un cura llamado Paneloux, quien dice que la epidemia atacará sólo a aquellos que no son dignos del reino de Dios.
En verano Orán incrementa el número de víctimas.
Tarrou se ofrece para organizar y dirigir brigadas sanitarias. Rambert decide buscar medios ilegales para abandonar la ciudad y Cottard quiere ayudarle al respecto. Tarrou propone a Paneloux que se una al grupo de voluntarios y éste acepta. Asimismo, Rambert decide también colaborar hasta que encuentre como marcharse.
La peste diezma más a aquellos colectivos de personas, tales como el ejercito, los presos, etc. Al verse desbordados los cementerios, se transporta a los cuerpos a los hornos crematorios en trenes.
Por su parte, Rambert se instala en la casa de unos guardias, que le ayudarían a cruzar las puertas de la localidad, para así regresar a París; sin embargo después decide quedarse y seguir prestando su ayuda. En el hospital, se decide probar el nuevo suero en un niño que había sido contagiado, pero al no funcionar éste, el pequeño muere. Rieux y Paneloux quedan muy abatidos, devastados y sumidos en una reflexión existencial profunda.
El padre Paneloux da un sermón que causa impacto entre los fieles. Inesperadamente, se enferma y fallece al siguiente día, pero su caso es considerado dudoso, pues no presentaba todos los síntomas de la peste.
En Orán hay especulación genera inflación y crisis, mientras que se nota un descenso en la epidemia. Una tarde, Rieux y Tarrou van cerca de la escollera, a tomar un baño de mar. Poco después llega la Navidad y parece que Grand cae enfermo por la peste, sin embargo se recupera milagrosamente.
Hasta el 25 de enero, los casos eran cada vez menos.
Finalmente la peste cede: la última víctima es Tarrou. Una mañana de febrero, se abren las puertas de la ciudad. La gente organiza festejos y Rambert se puede reunir con su mujer.
Bernard Rieux, quien se entera de que su mujer falleció en la ciudad donde estaba residiendo, confiesa por último que él fue el autor de toda esta crónica y que lo hizo en tercera persona, para alcanzar más objetividad.
Un día, Cottard enloquece y empieza a disparar desde su habitación, no obstante unos agentes lo detienen y lo golpean. Por la noche se oyen los gritos de la alegría de los habitantes que han recobrado la tranquilidad, pues la epidemia habían cesado.
El doctor Rieux, no acusa ninguna felicidad mientras se describe su andar por las calles y el bullicio renaciente de una ciudad que vuelve a vivir. Más bien, intrincado en sus pensamientos más profundos sobre la inactividad de la peste, y la científica certeza de un posible resurgir.

Lectores: 
Número Aproximado de páginas: 470 pág.

Temas Nucleares: Lo absurdo. La epidemia y la reacción proactiva. La fraternidad y la supervivencia.
Temas Periféricos: La resignación. El amor en el cautiverio y la cuarentena.
Valoración de la Obra:
Un clásico de la literatura, con la fuerza de un premio nobel, que tiene una mirada filosófica sobre la existencia, la vida, lo absurdo. Cargada de intenciones humanistas y de un ritmo cadencioso y lento por la obligación de retratar, el clima, las emociones, los sentimientos, las reflexiones de todos los habitantes de Oran, merece una valoración sublime dentro de la literatura. ¿De qué otra manera se podría retratar mejor la angustia de haber residido en la Europa de segunda guerra mundial? Eran asesinados alrededor de 10.000 personas por día. Unos 60.000.000 en total en todo lo que fue de la contienda bélica más grande de la historia. Una muerte similar se dio con la peste bubónica que se cobró unas 50.000.000 de víctimas. En este caso, Camus, deja claro que es absurdo morir por lo que pensamos; esas es una peste. El pensamiento autodestructivo, el nacismo, la guerra. Es la peor enfermedad.
Las interpretaciones de la obra están muy asociadas a los acontecimientos históricos de la época. El autor, incorpora explicaciones desde las distintas fuentes del conocimiento encarnada en los personajes. Paneloux, el cura responsabilizará a los designios de Dios, Rieux presentará una mirada más objetiva, filosófica y científica. Mientras que Rambert y Torrau, encarnarán la emancipación de los héroes románticos frustrados de Francia, a quienes la peste también alcanza y devora.
Un libro, de lectura obligatoria si se quiere entender, sobre qué se discutía en uno de los momentos más significativos del pensamiento social universal y que construirá las cimientes de lo venidero.
Particularmente, me tocó leer un libro, de muy mala traducción, plagado de errores ortográficos, sintácticos, tipográficos; esto hizo que la lectura se haga más densa, no obstante el valor de la historia y los planteos trasciende esta dificultad. No lo pondría entre mis libros de autores nobeles preferidos, pero aprueba.

  Reseña Literaria Título: Fahrenheit 451 Autor: Ray Bradbury Traductor: Marcial Souto Editorial: Penguin Random House Grupo Editori...